jueves, 4 de agosto de 2016

Mi primera vez buceando con bombona

Voy a inaugurar una especie de sección en mi blog con esta entrada. Quiero hablar de mi primer contacto con ciertas actividades que se salen de lo común. Veo interesante reflexionar sobre estas y recomendároslas si me han gustado.

Recientemente he estado de viaje en Almería, concretamente en La Isleta del Moro, un pequeño pueblo costero de Níjar ubicado en el Cabo de Gata. Allí el agua es muy transparente y la visibilidad puede alcanzar la veintena de metros. Fuimos un colega y yo con la intención de bautizarnos como buceadores, es decir, hacer buceo con bombona de aire.

Cuando llegamos, reservamos para el día siguiente, y exploramos por nuestra cuenta y a pulmón las calas cercanas. Era impresionante, nos veíamos rodeados de peces constantemente y bajo nosotros teníamos un fondo rico en formas de vida, desde erizos de mar hasta posidonia y estrellas. Esa noche dormimos en el coche, y he de decir que es un suplicio si el coche es pequeño. Ya me gustaría a mí tener una furgoneta y echar un colchón detrás. Sería la gloria.

Estuvimos en el club de buceo con algo de antelación, y nos pusieron un vídeo introductorio, del cuál algunas cosas eran bastante obvias y otras no tantas. Acabado este, nos asignaron trajes y escarpines así un poco a ojo (acertaron) y luego les enseñé el funcionamiento de mi cámara acuática (GoPro) para que nos grabasen bajo el agua.

Una vez en el agua y con el equipo casi entero puesto, me dijeron que escupiese en las gafas. Yo que me había gastado dinero en un spray antivaho para las mías y allí lo solucionaban con un simple gapo...

En fin, nos metimos bajo el agua y respiré varias veces con el regulador. Tras mil y una 'inmersiones' con gafas y tubo se me hizo raro no tener que subir a la superficie. El aire venía de la bombona un poco frío y con fuerza, pero me acostumbré rápido. El instructor se puso bajo mía y empezó a bajarme lentamente soltando aire de la chaqueta (hay dos botones en la chaqueta para regular el aire que alberga y con eso controlar la flotabilidad). Nos habían enseñado a compensar los tímpanos tragando saliva o intentando expulsar aire por la nariz teniendo esta tapada. Íbamos tan lento que apenas me hizo falta.

Cuando ya estábamos a unos metros bajo la superficie (tres o cuatro, supongo), se puso detrás mía y me agarró por la bombona. Yo que pensaba que me iba a soltar por fin... Y, a unos metros de Facu (mi colega) y su instructor, comenzamos una ruta entre las rocas y una serie de anclas hundidas que había cerca. 

La sensación de no tener que subir a respirar era maravillosa. No me molestaron en absoluto los oídos y me manejé bien. Lo que no me gustó fue que el instructor no me soltara en ningún momento. Joder, que no me iba a volar con el viento. Supongo que al ser un bautizo sería el protocolo, pero eché de menos libertad en mis movimientos y terminar de relajarme (para relajarme necesito un poco de espacio personal e independencia).

Pero bueno, ya me he hecho una idea de lo que es el buceo y voy a inaugurar una hucha para sacarme el curso Open Water Diver, seguramente en el mismo sitio. Así podré bucear por mi cuenta e iré adquiriendo equipo poco a poco, según me permitan mis ahorros (mientras tanto alquilaré lo que me falte).

Lo peor del bautismo, el precio. Fueron 70 euros. Sé que hay otros sitios de Andalucía que son más baratos, como Cádiz, pero en el Cabo de Gata realmente te están cobrando por el agua y la riqueza submarina (lo que a mi parecer merece la pena).

Facu alante y yo atrás.

¿Recomendable? Una y mil veces.

Podéis ver los vídeos del viaje por aquí:


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