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¿Por dónde íbamos? Sí, amanezco en Emérita Augusta, en un banco a cinco minutos del Anfiteatro. Aproveché mientras me ponían el café para entrar en el baño y lavarme bien las manos con jabón, la cara con agua fría y soltar peso en el váter. Devoré unas galletas que había dejado el día anterior pensando en el desayuno, y con el café entre las manos, sorbito a sorbito, fui resucitando. Aún quedaban más de tres horas para que abriese la tienda de bicis, y me dispuse a dar una vuelta. En el Anfiteatro pregunté una dirección a una pareja y más tarde averigüé que se dirigían hacia Sevilla. Después de un rato deambulando por el centro con la bici a mi lado y más de una pregunta de familias o lugareños curiosos, vi a un hombre sentado en un banco absorto en un libro. Un cartel a sus pies decía: "Busco trabajo y acepto comida". Pasé de largo, pero antes de llegar al final de la calle volví sobre mis pasos y me dirigí hacia él.
jueves, 20 de agosto de 2015
viernes, 14 de agosto de 2015
#operaciónbicicleto II. Monesterio - Mérida
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Era la mañana del tercer día. Salía pues de Monesterio, con cierto retraso en el calendario. Había pasado de actualizarlo y ajustarlo a un día menos, pedalearía más hasta alcanzar el ritmo. Salir de Andalucía me había hecho reafirmarme en que podía llegar a Asturias entero y de buen ánimo. Recuerdo que recogí mis cosas rápido y me fui por si me preguntaban qué había hecho con el gazpacho que había en la nevera. Esa mañana volví a pinchar, y suerte que lo vi al pasar por un taller de camiones, me puse a la sombra a reparar el pinchazo y me ofrecieron ayuda, el manómetro para hinchar la cámara, un grifo y jabón para lavarme las manos (a pesar de que yo usaba los típicos guantes de cocina para manipular los componentes de la bici). Un camionero, ciclista y fundador del club de ciclismo de Santa Marta, si no recuerdo mal, me dio un par de consejos, el primero sobre la técnica para volver a meter la cámara dentro de la cubierta, y el segundo, rellenar las cámaras con líquido antipinchazos. Me recomendó una tienda de un amigo suyo en Almendralejos y me dijo que por diez euros me libraría de pinchazos por una temporada.
Era la mañana del tercer día. Salía pues de Monesterio, con cierto retraso en el calendario. Había pasado de actualizarlo y ajustarlo a un día menos, pedalearía más hasta alcanzar el ritmo. Salir de Andalucía me había hecho reafirmarme en que podía llegar a Asturias entero y de buen ánimo. Recuerdo que recogí mis cosas rápido y me fui por si me preguntaban qué había hecho con el gazpacho que había en la nevera. Esa mañana volví a pinchar, y suerte que lo vi al pasar por un taller de camiones, me puse a la sombra a reparar el pinchazo y me ofrecieron ayuda, el manómetro para hinchar la cámara, un grifo y jabón para lavarme las manos (a pesar de que yo usaba los típicos guantes de cocina para manipular los componentes de la bici). Un camionero, ciclista y fundador del club de ciclismo de Santa Marta, si no recuerdo mal, me dio un par de consejos, el primero sobre la técnica para volver a meter la cámara dentro de la cubierta, y el segundo, rellenar las cámaras con líquido antipinchazos. Me recomendó una tienda de un amigo suyo en Almendralejos y me dijo que por diez euros me libraría de pinchazos por una temporada.
jueves, 13 de agosto de 2015
I. Crónica de mis andanzas pedaleando Sevilla - Asturias #operaciónbicicleto
Desde hace unos días llevo pensando en ponerme a escribir sobre mi viaje en bici por España. Da pereza sentarse delante del ordenador, pero en cuanto uno lo hace, las palabras fluyen solas. Es de noche y quizás me adentre en la madrugada si sigo con fuerzas, y ya que estoy me tumbo en la hamaca del jardín y espero a las Perseidas.
Entre los ochocientos y los novecientos kilómetros habré rodado por España, camino a Arenas de Cabrales (Asturias) desde Sevilla, contando con desvíos, paseos, búsqueda de recursos... ya sabéis.
En mi planificación original yo iba de Sevilla a Santiago de Compostela, y luego a Asturias. Unos 1400 kilómetros en 14 días, a 100 kilómetros por día, ritmo que yo consideraba razonable porque una vez fui de Sevilla hasta casi el Castillo de las Guardas y volví, haciendo mis primeros 100 kilómetros seguidos, con una mochila a los hombros y dos euros cuarenta en el bolsillo.
La casualidad hizo que dispusiese de un número menor de días, y decidiese ir directamente hacia Asturias y dejar el camino de Santiago para otro momento (ya pienso en el francés o el primitivo a pata para el año que viene). ¿Por qué hacia Asturias? Porque varias familias habíamos alquilado para una semana allí, y la mía llegaría el día 9. Mi intención: sacrificar mis dos semanas de playa, que al final se me hacían largas y repetitivas, para pedalear desde Sevilla hasta Arenas de Cabrales en 13 días. He aquí la crónica de mis andanzas.
Entre los ochocientos y los novecientos kilómetros habré rodado por España, camino a Arenas de Cabrales (Asturias) desde Sevilla, contando con desvíos, paseos, búsqueda de recursos... ya sabéis.
En mi planificación original yo iba de Sevilla a Santiago de Compostela, y luego a Asturias. Unos 1400 kilómetros en 14 días, a 100 kilómetros por día, ritmo que yo consideraba razonable porque una vez fui de Sevilla hasta casi el Castillo de las Guardas y volví, haciendo mis primeros 100 kilómetros seguidos, con una mochila a los hombros y dos euros cuarenta en el bolsillo.
La casualidad hizo que dispusiese de un número menor de días, y decidiese ir directamente hacia Asturias y dejar el camino de Santiago para otro momento (ya pienso en el francés o el primitivo a pata para el año que viene). ¿Por qué hacia Asturias? Porque varias familias habíamos alquilado para una semana allí, y la mía llegaría el día 9. Mi intención: sacrificar mis dos semanas de playa, que al final se me hacían largas y repetitivas, para pedalear desde Sevilla hasta Arenas de Cabrales en 13 días. He aquí la crónica de mis andanzas.
Minutos antes de salir desde mi nueva casa. |
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