jueves, 16 de junio de 2016

Acampando en el sur de Portugal con Dina

Para mí acampar es una de las mejores maneras de fundirme con la naturaleza. Mi último post trataba sobre el equipaje que suelo llevarme en estas ocasiones. Ahora sin embargo, voy a relataros mi último viaje, sin entrar en detalle sobre el equipo.

Éramos cuatro: dos colegas -Camilo y Facu-, Dina -una pastora alemana de 11 meses- y yo. Ellos dos y unas amigas mías ya habíamos viajado juntos al Desierto de Tabernas, en Almería, así que sabíamos que íbamos a apañárnoslas bien [clic aquí para leer el post].

Volvamos a lo que venía a decir. Partimos desde Sevilla tras conseguir arrancar el coche con la ayuda de un mecánico. Estaba seco de gasolina y al intentar encendero sin saberlo le entró aire.

Tras el percance, nuestra primera parada fue en Islantilla, donde nos dimos el primer baño del verano. Los cuatro.

Dina(saurio), jugando con la pelota en el agua.

Ya fresquitos y con las fuerzas renovadas, cruzamos la frontera y no nos detuvimos hasta llegar a Olhão. Allí buscamos un Continente (hipermercado), donde comprar comida. Al ser el primer día, teníamos aún el presupuesto intacto y dejamos de lado el verbo cocinar. Allí, el 'frango' (pollo) está rico y está bien de precio. Lo venden cocinado y troceado en bandejas, todavía caliente, por lo que comimos los cuatro bastante bien (Dina no dejó ni la salsa). Además de patatas fritas, 'petisuis' y otras guarrerías, compramos arroz que tuvo un final trágico. Luego viene esa parte.

Facu, comiendo como un cerdo.

Aparcamos el coche cerca del puerto de Olhão, inflamos una piragua que traíamos y comenzamos a remar rumbo a Culatra. Una playa que forma parte de la Isla de Armona, si no me equivoco. En cada sitio leo una cosa diferente.
El caso es que pensábamos acampar allí, llevábamos todo el equipo a bordo y usamos la estrategia de, en lugar de rodear las pequeñas islas a nuestro paso (infinitamente más largas que anchas), decidimos cruzarlas a pie, con la barca en brazos.

Si podíamos, íbamos por la orilla. No valoramos el esfuerzo que iba a suponer.

Tardamos unas... ¿tres horas? No estoy seguro. Llegamos allí con muchas cosas mojadas. En lo que coincidíamos los tres era en que nuestros sacos estaban empapados. Nos planteamos hacer una hoguera pero finalmente abandonamos la idea. Gracias a la técnica de abajo, al menos el saco de dormir de Facu se secó en poco tiempo, y fue lo que usamos de manta los tres.

Camilo tendiendo ropa a secar en la canoa.

Al poco de oscurecer completamente, pasaron dos personas por la orilla y Dina comenzó a perseguirlos ladrando, a un par de metros de distancia. Tuve que ir a por ella.
Contra todo pronóstico, dormimos bastante bien. Nos despertamos por la mañana, nos bañamos, recolectamos una buena cantidad de coquinas y ese fue nuestro desayuno.


Cuando nos volvimos a montar en la canoa, esta vez sin equipaje y para dar un paseo, encontramos el arroz ya mencionado en el fondo de la barca y lleno de agua.


Sin prisa, volvimos a Olhão en ferry (tras un paseo de 20 minutos con la barca a cuestas). Nos obligaron a ponerle un bozal a dina. Como nunca lo he necesitado y no lo tengo por tanto, tuve que apañar uno con la cinta que se ata la esterilla. Nada más que entró en el barco y pasó el 'control' se lo quité. Le molestaba, y yo estaba seguro de que no iba a morder a nadie.

Tras volver a comer frango (se nos iba de las manos), decidimos donde pasar la segunda noche. Queríamos ir más allá del Cabo de San Vicente y vimos la zona de Bordeira como una buena opción. Acabamos en la playa de Amado, un paraíso surfista lleno de caravanas.

Con todo el equipo, bajando a la playa.

La temperatura había cambiado y el viento era bastante fuerte. Aun así, la playa era impresionante. Llegamos a la hora mágica para los fotógrafos. Apreciad la luz de la fotografía de arriba y la de abajo.

Facu, jugando con Dina.





Cocinamos dentro de la tienda para evitar el viento y no congelarnos.

Nos despertamos con una imagen más que curiosa proyectada en la puerta de la tienda.

Dina, la guardiana.

Ese día nos levantamos con ganas de hacer surf, a pesar de que no teníamos mucha idea. Para ahorrar unos euros cada uno, decidimos alquilar tres trajes pero solo dos tablas, así nos iríamos turnando. Nos prestaron una 'baca' para llevar las tablas y enfilamos al agua.

PEEEEERO, resulta que el agua estaba TAN fría, que duramos bastante poco dentro. Nos fuimos al sol a calentarnos como tortugas de sangre fría.


Conseguí grabar alguna toma de estos dos, ellos con las tablas, yo con mi snorkel y mi GoPro 1 (sí, la primera de todas).

Yo, con el snorkel nuevecito.
Camilo sobre la tabla.

Lo cierto es que no conseguimos hacer gran cosa ninguno de los tres sobre la tabla. Las olas no eran muy grandes y la marea tiraba mucho hacia dentro. Para autoconvencernos a nosotros de que no lo hacíamos tan mal, vimos que había muy pocas personas que se ponían de pie, y era en una zona bastante concreta.

Explorando.

Tras recorrer la playa para entrar en calor, volvimos al coche, nos quitamos los trajes y nos fuimos a buscar nuestro tercer lugar de acampada.

Aprovecho para meter foto sexy.

Como era la última noche, decidimos optar por un camping, donde disfrutar de una ducha calentita (que al final solo se dio Camilo) y bebernos algo antes de dormir. Fuimos al Camping Alvor, cerca de Ferragudo. 25 euros entre los cuatro con una sola tienda de campaña.


Allí conocimos a esta pareja donde compartimos risas y anécdotas. El plato de la izquierda se lo trajo una camarera a Dina. ¡Huesos! Ah, y la foto está MUY mal encuadrada, lo sé. No es mi culpa.
Era curioso porque cada uno de nosotros es de un país diferente:
Camilo, de Colombia.
Facu, de Paraguay.
Él (no nos dijo su nombre en realidad) de Portugal.
Ella de Angola.
Y yo de España.
[un mix cultural]


La última mañana desayunamos un revuelto de seis huevos, quinoa y atún.
Nos bañamos en la piscina varias veces aunque yo me tuve que salir pronto porque Dina, que se tuvo que quedar fuera atada, lloraba.


Antes de volver a Sevilla, queríamos pasar por un lugar que nos había recomendado la pareja de ayer: Pego do Inferno, cerca de Tavira. Tardamos la vida misma en encontrarlo pero mereció la pena. Aquí ya no pongo foto, ¡si queréis saber lo que es vais a tener que veros los vídeos en mi canal!


¡Hasta el próximo viaje!

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miércoles, 15 de junio de 2016

Mi equipaje de acampada

He vuelto hace unos días de un viaje a Portugal con dos colegas y Dina, una pastora alemana. En este post, ofrezco una lista del equipaje y los utensilios que suelo utilizar en un viaje de este tipo, con la intención de que os sirva para preparar vuestra mochila. Fueron cuatro días y tres noches acampando; si vuestro viaje es más corto, podéis deshaceros de gran parte de la comida.


Ropa:
Para clima templado-cálido pero con la posibilidad de viento fuerte.

Ato el saco de dormir con una correa de mi perra, lo que tenía a mano.

* Tres camisetas
* Un bañador
* Ropa interior (tres calzoncillos + tres pares de calcetines y la puesta)
* Pantalón 'pirata'
* Jersey
* Sombrero
* Toalla
* Saco de dormir

Que el sol apriete de día no significa que no haga frío de noche.
Y el pantalón. Los bolsillos son muy útiles.

Comida:
Lo cierto es que me sobró bastante comida, no porque calculase mal, sino porque acabamos comiendo 'frango' (pollo en portugués) a menudo. Se compraba ya cocinado y estaba riquísimo. La comida que llevo es fácil de cocinar y barata, pero a veces la pereza te invade.


* Quinoa
* Arroz
* Beans (judías con tomate al estilo inglés) x2
* Atún en aceite de oliva, útil para cocinar de todo (6 latas)
* Espaguetis y macarrones (como mucho)
* Condimentos: azúcar, sal gorda y ajo (me encanta). Lo ideal es llevarlos en botecitos pequeños.

Utensilios:
* Hornillo portátil
* Cuchara y tenedor
* Navaja x2 (mis colegas no llevaban)
* Mechero
* Vaso/taza (con uno de los dos está bien, pero la taza es cómoda para colgarla fuera de la mochila)
* Olla + sartén/plato/tapadera (un kit muy práctico de Decathlon)
* Bridas (te salvan la vida en más de una ocasión y sirven para arreglar muchísimas cosas)

Metiendo unas cosas dentro de otras se ahorra mucho espacio.
El mechero se estropeó con la arena y tuvimos que comprar otro.

Tienda de campaña:
Le compré dos a una vecina por 15 euros. Se mudaba y no tenía sitio para llevarse todo el contenido de su trastero. Una ganga. Nos llevamos la grande y allí dormimos los tres. Dina (mi perra) durmió fuera e hizo de guardiana todo el tiempo. La esterilla es importante para evitar que se te claven en la espalda piedrecitas y que el frío del suelo se transmita a tu cuerpo.

La funda verde contiene las varillas.

Extras:
Cosas sin las que se puede vivir pero que me gusta llevar.

Snorkel: merece la pena cargarlo.

Y mi equipo de grabación para viajes. Gracias a este grabo los vídeos que podéis ver en mi canal de YouTube.

Una foto publicada por Jaime (@_yeims) el

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jueves, 2 de junio de 2016

Por qué me gusta tanto #TheWalkingDead

The Walking Dead es una serie televisiva producida por AMC. Narra la historia de un grupo encabezado por el ex-policía Rick Grimes tras el comienzo del apocalipsis zombi. El mundo tal y como lo conocemos deja de funcionar y comienza una lucha por la supervivencia guiada por los instintos más básicos.

Rick.

Al contrario de lo que puedan pensar los que no ven la serie, los aficionados a esta [como yo], no la seguimos por la recurrencia a la sangre, las vísceras o la violencia. Realmente los zombis pasan a segundo plano cuando lo que queda de la especie humana admite que las reglas han cambiado. O más bien que ahora no hay reglas.

Carol.

The Walking Dead explora temas como la familia, la amistad, la religión y la crueldad humana cuando ya no quedan instituciones ni cuerpos de seguridad que velen por el mantenimiento de la 'sociedad del bienestar'. Los instintos más salvajes salen a la luz cuando volvemos a aceptar la esencia de la naturaleza.

Lori y Carl.

Aún así, la serie no es apta para estómagos sensibles, todo hay que decirlo. Pero a todos aquellos que no la han visto por considerarla una bobada más de zombis, les pediría que le diesen otra oportunidad.

Daryl.

La especie humana va cuesta abajo y sin frenos hacia algún tipo de desastre, bien sea considerado natural o artificial, causado por la sobrepoblación, la sobreexplotación de los recursos, el abuso de los combustibles fósiles y el consecuente cambio climático. Desde mi humilde opinión, un apocalipsis zombi sería de lo más mejor que nos podría tocar.


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